Cuarenta años después de ser intervenida por última vez, la torre del Monasterio de Yuso vuelve a pasar por el taller. Desde comienzos de esta semana, obreros de la empresa vallisoletana Cabero y su subcontrata, ISP, trabajan en cubrir de andamios esa zona del templo cristiano. Después, iniciarán un proceso de restauración que se alargará durante los próximos nueve meses. ¿Cuál es el objetivo? Primero, asegurar la infraestructura contra la humedad y, segundo, hacerla visitable en un futuro, que los turistas puedan subir hasta arriba.
Lo más prioritario es inyectar cal hidráulica en las paredes, que contienen dentro las reliquias de San Millán. Aunque desde fuera se vean bien, los muros están bastante afectados por el mayor enemigo del patrimonio: la humedad. «El paso cercano del río Cárdenas es el enemigo natural de Yuso, en el pasado ya provocó derrumbes de muros», explicaba hace unos meses Óscar Reinares, arquitecto patrimonial y redactor del proyecto, en una visita al monasterio emilianense.

