La panadería es uno de esos comercios que, al visitarse casi a diario, se convierte en punto de reunión y socialización. Desde 1980 en San Millán no hay ni horno ni panadería. Pero aún se conserva el último horno de fuego directo que daba servicio al conjunto de la población y a pueblos del alrededor. Desde esa fecha, el pan a San Millán lo distribuyen empresarios de otras poblaciones.

El horno de Cecilio Nieto Iturza funcionaba con leña y no tenía sofisticados métodos de control de la temperatura ni la fermentación de la masa madre. Solo el buen ojo y la experiencia del panadero garantizaban la calidad del producto.

Piezas de pan, que fueron evolucionando con el transcurrir de los años, y algo, muy poquito, de repostería eran los productos que ofreció durante décadas, la familia de Cecilio que, de hecho, es la cuarta generación de panaderos.